martes, 4 de agosto de 2009

Crónicas del Cantábrico II (Santander Music Festival)

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Lo que dejó fascinada a nuestra Tita_Tzazu no fue la buena organización del festival (Con sus dos escenarios –principal y secundario–, su Telepizza en un lateral del recinto, sus carpas de merchandising, su apañaduca zona Vip y sus pulseritas de diferentes colores para poder salir y volver a entrar a aquella campa de la Magdalena de Santander –en su semana de fiestas–, tan llenota de pañuelos azulones al cuello...).

No.

Mientras Jenny, Villarcla, Little, su amiga Girl y yo esperábamos agarraditos a la valla que The Charlatans comenzasen su concierto a nuestra Tita Tzazu la estaba fascinando otra cosa... Algo que le obligaba a mirar no al frente, sino hacia arriba, y –aún más preocupante– le hacía susurrar.

La fascinó que esa noche se vieran...
las estrellas.

La primera vez que lo dijiste no te atendí, pensé que bromeabas. Tuviste que insistir hasta que te hicimos caso y recordamos que, claro, aunque nosotros no le diéramos importancia al granizado de la Vía Láctea, tú, por el contrario, vives en Madrid, y allí entre la contaminación lumínica y la otra uno termina por olvidar que, efectivamente, por la noche deberían poderse distinguir unos puntitos blancos sobre un cielo negro puro... a poder ser tirando a oscuro...

El alelamiento nos duró cero coma, porque comenzaron las pruebas de sonido (y qué sonido) de los Charlatanes y ya bajamos la cabeza. Con el volumen del primer bombo me hizo gracia que no sólo nosotros, sino hasta el segurata del foso diera un respingo. En general la fuerza de los altavoces me pareció algo mayor que en San Sebastián dos días antes, aunque aquel redil del 'Santander Music Festival' ocupase la cuarta parte que la playa de La Zurriola.
También sendas lonas gigantes con retroproyectores a cada lado de aquel austero escenario funcionaron mucho más nítidamente que los mega-monitores de Donostia.

Publicidad: "Faltan dos minutos..."

Saltó el quinteto de Manchester –Bueno, lo de que 'saltó' es un decir, dejémoslo en que fueron saliendo– y descorcharon su actuación ametrallándonos con la contundente y preciosa You Crossed my Path que da título también a ese su décimo álbum que nos venían a vender. Pero aquello sonó fatal toda la hora. Si hasta a mí –que me encanta su música y me conocía la mayoría de los temas que tocaron– me costaba seguir el hilo de algunas de aquellas canciones, ¿cómo no iba a aburrirse de lo lindo el resto del respetable?
Estrafalario, Tim Burgess deambulaba de un lado para otro estirando peligrosamente el cable del micrófono –se va a pedir un inalámbrico para Reyes–, con actitud desganada y juguetona, como esforzándose por reflejar fielmente la misma apatía que veía en el público. Salvaba el show lo preciosas que son sus canciones.
Por las primeras filas botaban aislados media docena de incondicionales y el cantante caminaba de una punta del escenario a la otra para dirigirse hacia ellos, uno a uno, y sonreírles con complicidad como agradeciéndoles que estuvieran disfrutando tanto. Reconozco que hasta terminó cayendonos bien. Por sincero. A Tita le encantó el personaje.
Yo seguía cruzando los dedos por que interpretasen 'Forever', pero no lo hicieron y tampoco eso se lo perdonaré never. Sin ofrecer un triste bis, abandonaron Santander rumbo a la gira que de verdad les importa, la que durante septiembre y octubre van a dar por los EE UU.
Había puesto tantas esperanzas en ellos que ahora me duele habéroslas transmitido a alguno. Sólo venían a hablar de su libro, a solventar el bolo y se fueron. Bueno, nos quedan sus geniales discos de estudio. Menos mal que ese día no fueron cabeza de cartel. De hecho, al principio me había extrañado ver a la Morla en el Top Top del Festival. Pero después se demostró que cualquier otra opción habría sido injusta. Los nuestros sí se esforzaron y por eso barrieron.

En la que según Pucho era su tercera actuación en Santander se lo volvieron a tomar en serio desde el principio. Y cuando digo el 'principio' me estoy refiriendo también a toda la parfernalia previa, al Calamar y al 'Titol' (?) que montan los cachivaches, al 'Mayor' de los monitores y al 'Menor' –de los focos, claro–, que nos sacan de quicio con su perfeccionismo a eso impacientes que sólo rogamos por que todo aquello comience YA. Pues no. Todavía hay otra prueba que hacer... y otra, y otra... Jolín... que es tarde y Little teme perder el único autobús nocturno de vuelta a Oviedo.
Pues todavía queda otra prueba más, y otra... Aquello no empezaría hasta la 01.47 h.

Pero entonces se demostró que había merecido la pena, porque la nitidez del concierto de VM contrastó con la nebulosa sonora de los charlatanes. No tengo ni idea de qué puede influir en ello, no sé qué material comparten dos grupos que tocan sobre el mismo escenario y qué otro material no, pero si los de Manchester se quedaron a ver a la Morla, debieron de flipar al comprobar que los mismos altavoces que habían vomitado indolentes sus temas ahora iban a destilar, meticulosos, sonido de verdad.

Los chicos nos replicaron –y en el mismo orden– los 16 temas del setlist del Jazzaldi, así que ya no hace falta ni que os los nombre: Comenzaron humildes, Autocriticándose y postrándose para adorar al Astro Rey, porque todos sabemos cuán poca Vida nos queda. Después los saludos, una pausa y un Respiro antes de trasladarnos a la Capital danesa un Mundano día cualquiera. Exhaustos de corear (chapó por el público, más entregado que en La Zurriola), las tortugas acabamos con nuestra Boca en las rocas de aquella Marea baja santanderina que hasta a Pucho –según nos comentó– le habían llamado la atención por la tarde, mientras paseaba antes del concierto.
Después nos hicieron arrepentirnos de haber derrochado tanta Dulzura y Valentía entre las cuatro paredes de una Habitación ya por todos conocida. A continuación el subidón obligado cuando 'Lo-lo-lo-lory Meyers' les devolvió la visita al escenario y, aporreantes, compartieron con ellos el falso final.
Se fueron un ratito para que nos quedásemos practicando a coro. Tras la pausa y publicidad, Guille y Pucho representaron las semiesferas de Hielo que se acaban fundiendo en un abrazo.
Una de las tres quinceañeras que, a mi lado durante todo el concierto, mascullaban con exactitud las letras pero se inventaban sin piedad cada nota había parado por fin de berrear. Se calló, escuchó entera la balada hasta su explosión definitiva y susurró un: "...qué bonita...". (Y yo reprimí un:"...qué alivio...").
Dios, lo bueno de las inéditas es que te dan estos respiros.
De nuevo reunido el sexteto brindaron por la Nochevieja de los zombis y para cuando nos quisimos enterar, ya nos estaban amenazando con Esconder su voz –Little y Girl, que pudieron, se salvaron antes, ya que salieron escopetadas hacia ese pullman de las 3.30 que de lo contrario no habría esperado por ellas– y finalmente, como era de prever, los vetustos lo Cuadraron aniquilándonos y colonizándonos sin compasión.

Y lo peor de todo es que sabíamos que así iba a ser. Y así fue.

Clavaron los 90 minutos de San Sebastián. Lo volvieron a dar todo tras 1.500 kilómetros de litera. Ríete tú de los ciclistas del Tour. Estas pedaladas (Big Muff?) sí que no flojean. No quiero pensar cómo serán esos 'finales de fiesta' que prometen para octubre o noviembre!
¡Joder! ¡Pero si estábamos más cansados nosotros!

Se despidieron a lo grande y Guille le dio su púa a Vatisto, que estaba en primera fila a nuestro lado (Por cierto, dile a tu amigo que fume menos, que nos oscurecísteis el flanco izquierdo. Jaja, es broma).

Luces fuera y tras un rato la organización casi nos tuvo que echar del recinto, ya que nos habríamos quedado más tiempo esperando en la oscuridad a ver si alguno de los músicos salía a saludar. Dimos un último paseo por aquella campa terrosa ya vacía y analizamos las camisetas del stand de merchandising –hay una nueva, de Copenhague, aunque lamentamos de nuevo que las tallas grandes siempre están agotadas– hasta que divisamos a Pucho que charlaba desde la valla con unos amigos suyos.

Nos acercamos hasta allí y el propio front-man reconoció a Jenny del concierto anterior. Entonces nos preguntó cuál de los dos nos había gustado más.

Jo. Y no supimos qué contestar. Si lo hubiese pensado con frialdad le habría otorgado sendas Matrículas de Honor, pero es que en aquel momento no me esperaba esa pregunta. No sé, nunca me habría parado a comparar los dos conciertos. No me daba el intelecto. Nos lo habíamos pasado igual de genial en el 99 y en el 101.

De hecho, no sé ni qué le respondí. Sólo recuerdo las estrellas de Tita.

Dissolved, esta vez me quedé como tú.

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4 comentarios:

  1. Cuando pienso que no puedes superar algo....

    Me encanta esta crónica!!!! No creo que pueda decir nada que le haga justicia.

    Gracias!!!

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  2. Una descripcion muy acertada para una noche explendida!
    Yo tambien tuve el placer de disfrutar como una enana y de desgañitarme la voz con cada nota de los vetustos(era una espinita que tenia clavaba, eran muchos conciertos a los que no pude ir y ya era hora)

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  3. "Dios, lo bueno de las inéditas es que te dan estos respiros." ¡¡¡Lo que me reí Dani!!!Siento debilidad por ese tipo de anécdotas...

    Qué pena me da no poder haber estado con vosotros en primera fila, aunque no me voy a quejar porque siempre me quedara el inolvidable recuerdo del concierto 99.

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  4. Tu sabes cuando ves unos bonitos fuegos artificiales como te quedas pues así me quedo yo leyendo tus crónicas .USV.

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